La adopción de un Plan de prevención de riesgos penales o compliance penal es una fantástica tarjeta de presentación para las empresas, ya que mediante su implantación están lanzando a los mercados el mensaje de que la forma de hacer los negocios nos importa. La adopción clara de valores como la transparencia, la honestidad y el compromiso con el cumplimiento normativo acrecientan la reputación empresarial.
Como no podría ser de otra manera, el efecto respecto a terceros, socios e inversores, es notorio. Cualquier cliente, proveedor o potencial socio de negocio preferirá contratar nuestros servicios, adquirir nuestros productos, forjar alianzas o simplemente trabajar con aquellas organizaciones que cuenten con claros compromisos y políticas basadas en la ética.
En conclusión, la adopción de un compliance penal incrementa la confianza de todos los agentes que se mueven alrededor de la empresa, permitiéndola retener talento, atraer la inversión y el crédito, y acceder a mejores proyectos privados y licitaciones públicas.